miércoles, 3 de febrero de 2016

Cayéndose por ti

Sí, vale,
todo va bien,
¿qué quieres que te cuente
si la verdad
es que ya me he tirado
demasiadas veces
por el acantilado?
Estoy harta de tantos labios
que piden besos
y de tantas palabras
que piden ser cortadas.
Me siento como aquellas personas
que desean
vivir al límite;
ya me he tirado
de cabeza
unas cuantas veces
por culpa
de tus embriagadores ojos.
Cualquier mago que te viera,
renunciaría a la magia.
Tú eres magia
y lo demás no es nada.

No conozco la palabra cordura
desde que te vi.
Y se me ha olvidado lo qué es la lógica
porque continúo
buscando
tus labios,
tus ojos,
tus manos
allá dónde vayamos.
Perdón,
dónde vaya.
Me he acostumbrado
al plural,
al tú y yo,
al nosotros.

Y a las repeticiones al escribir.
Tal vez sea porque, cuando estoy contigo,
no sé decir nada con claridad
y me repito
y me repito
y me repito.

Me has vuelto a mirar,
y has hecho de mi corazón
una rueda giratoria.
Ni vuelcos ni nada,
terremotos.

Creo que otra vez
me voy a caer
por el precipicio
de la vida,
o de tus besos.

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