martes, 16 de agosto de 2016

Sigamos volando

Nos han cambiado las vidas.
Yo antes era esclava de mis tacones
y ahora soy dueña de mis sandalias.
A ti te encantaban las noches
y ahora te sobran
si no estoy yo en ellas.
Admitámoslo.
Todavía nos seguimos pensando
incluso en las horas tardías
y nos arreglamos
entre besos
cuando nos derrumba
la tormenta.

Lo hemos pasado mal
en el amor,
hemos cometido actos incoherentes
por no querer borrar las fotos antiguas.
Y nos hemos sentido como estúpidos
al encontrar pedazos esparcidos
de lo que eran nuestros corazones.
Hemos acabado
rompiendo las sábanas
que todavía olían
a esa persona
a la que tanto quisimos.

Y ahora.
Ahora ya no encontramos
los restos de nuestras antiguas pasiones
porque la nuestra
es más que suficiente.
Nos escondemos
debajo de las mantas
para volver a perdernos
como ya lo hicimos.
Nos tocamos
con manos inocentes
que ya no lo son tanto
y nos miramos
con ardiente deseo
partiéndonos la ropa.

Yo no quiero
que me destroces el vestido.
Yo sólo quiero
que me desvistas dulcemente,
haciéndome olvidar
todos mis líos inexplicables.
Que me cojas de la mano
y me digas
que vamos a tocar el cielo,
que me des
tus alas
para que yo también pueda volar
y los pájaros tengan envidia
de lo rápido que vamos
y el Sol se ponga celoso
de lo bien que iluminas tú
nuestras vidas.
En especial, la mía
(aunque eso ya lo sabías).

Tú dices que somos adolescentes,
yo digo que somos necios.
Por intentar de nuevo
hallar la libertad
en la cama
cuando todos sabemos
que sigo siendo
esclava del brillo de tus ojos
y tú, del de mi sonrisa.

Aunque, si te soy sincera,
ahora sí que me siento
la dueña de mi vida,
la que llega lejos
pisando fuerte
el acelerador.
Y todo es gracias a ti.
A lo bien que dibujas
revoluciones
en mis clavículas.
A lo bien que me coges
y me elevas por los aires.
Soy dueña de mis sandalias
porque tú estás al lado
cogiéndome de la mano
y diciéndome que no pasa nada,
que siga andando,
que todo va a salir bien.

Admitámoslo.
No podría ser la dueña de mi vida
si el dueño de mis noches
no fueras tú.