miércoles, 3 de febrero de 2016

A tu lado

De las miles de maneras
que tienen de hacerme sonreír,
la tuya
sin duda alguna
es mi favorita.
Me haces sentir más tuya
que mía.

Siempre fuiste el azúcar del café
o la flor que crece entre las malas hierbas.
Hiciste que la peor canción sonara bien.
Nunca me gustó el chocolate con pan
o los mantecados,
porque no llegan a la altura
de tu dulzura.
Fuiste... ¿O debería decir eres?

No lo sé. Me he perdido tantas veces
intentando ponerle nombre a lo nuestro.
Me has llamado y he temblado,
he oído tu nombre y mi cabeza ha dado miles de vueltas,
aunque no tantas como las que ha dado
mi corazón.
Estoy segura que la guerra se acabaría si todos contemplaran el marrón intenso
de tus ojos
y las arrugas que se te forman al sonreír.
Y puedo asegurarte que tú y tus zapatos no podéis recorreros la calle
sin que alguien se fije en vosotros.

Está bien.
Debería dejar de pensar en tus labios.
Pero es que me has provocado tanta paz
que ha acabado estallando una guerra dentro de mí.
La mente le dio un golpe de estado al corazón
y, ya ves,
al final sólo hicimos caso al corazón
aunque la mente llevara la razón.

Nos hablaron del todo y de la nada
y yo pensé en nosotros.
Porque lo nuestro lo es todo,
y nació siendo nada.
Porque yo soy nada
y tú lo eres todo.

Me he rendido muchas veces ante la poesía
porque no alcanzaba a describir tu mirada
y es que una imagen dice más que mil palabras.

Me estoy desorientando del tema.
El tema eres tú
y yo estoy pasando el examen
de prueba.
Me has dejado aprobar por los pelos,
pero he suspendido con notas bajas
que no llegaban ni al tres y medio.
A pesar de todo, mi medio
para aprobar
fueron tus ojos
y mi consuelo,
tus besos.

Así que, por favor,
apruébame
porque sé decirte cada uno de los lunares
que se esconden en tu piel
y sé contarte cada uno de los besos
que guardas bajo la carne.
Así que, apruébame,
porque quiero sacarme el doctorado
de tus labios
y luego trabajar en la fosa oscura de tus recuerdos.
Así que, apruébame,
porque quiero pasar el examen
para luego pasar una vida a tu vera,
a tu derecha,
a tu izquierda,
a dónde tú quieras.
Pero siempre que sea
a tu lado.

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