jueves, 7 de enero de 2016

De mi magullado corazón.

Me sonríes.
Como si fueras
un ángel caído
del cielo,
pero para mí
siempre fuiste
un infierno.
¿Qué decir
de tus mentiras?
No hay más
que contar.
Todos los días,
caminando por
los pasillos
con esa sonrisa
estúpida
atrayendo
a personas estúpidas,
tan estúpidas
como él.
Y ya basta, ¿no?
De seguir riendo
con esa risa falsa,
creyendo que
el mundo
anda a tus pies.
Cuando tú,
querida mía,
andas
a los pies
del mundo.
Volviste a acercarte
y a atreverte
a mirarme
a los ojos
cuando sabías
que, después de todo,
lo único que podías
hacer era ser sincera
conmigo y pedir
perdón.
Sin embargo,
tú nunca fuiste así,
porque eso no va contigo;
tú necesitas que la gente
se arrodille ante ti
en vez de arrodillarte tú
ante ellos.
Pero, seamos claros,
pasas más tiempo
de rodillas
que de pie.
Y sí, soy cruel
ante esta afirmación,
pero para ser justos,
no ha salido de mi boca;

ha salido de mi corazón.
De mi magullado,
maltratado,
dañado,
golpeado
corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario