miércoles, 23 de marzo de 2016

Estoy llorando. Y no. No debería.

Estoy llorando.
Y no.
No debería.
La vida me sonríe
y las cosas van siempre bien.
Pero es que he empezado a tomar drogas
y a masturbarme en callejones sin salidas
lamiendo hipocresía
en labios ajenos.

Mis drogas son tus labios
y los callejones sin salidas
son los barrios
donde me he introducido
para hallar libertad
en piel ajena.
Y qué ironía.
Estoy presa en ti.

Estoy hallando bocas
donde esnifar la cocaína
ya no produzca tanta energía
como mis días
junto a ti.
Que no hay cosa que más me guste
que revolver las sábanas
entre miradas furtivas
y besos de amor.

He vuelto a arañar
las paredes
mientras exhalo el humo
de tu droga
y gimo
cosas incongruentes
que en realidad
mantienen más coherencia
que la sociedad en la que vivimos.

Y los ricos nos hablaban de igualdad
mientras, a escondidas, se bañaban
con el dinero del pueblo.
Y nos contaban lo que era la democracia,
la revolución.
Revolución es lo que formamos
tú y yo
en la cama.
Eso es revolución.
Y no lo que nos cuentan en la tele
los poderosos,
cuando en realidad
están creando
la Ley Mordaza,
firmando
acciones que perjudiquen al pueblo.
Y nos hablan de libertad.

Estoy llorando.
Y no sólo por eso.
Sino porque estoy buscando
cual drogadicto sin droga
tus ojos
en la oscuridad.
Y dime tú
qué voy a encontrar
si no veo nada,
si me has cegado
como siempre
con el resplandor
de tu mirada.
Dímelo tú.

Me ha entrado el mono
y me estoy volviendo loca.
Me masturbo a diario
y me inyecto droga
en las venas
con tinta negra,
con pluma bella,
con poesía sin cautela.
Y es que mi único tratamiento
son las letras
que no hacen más que repetir
que no he hallado
tu boca
donde introducir la lengua
que, traviesa, juega
entre enredos sin cuerda.

Qué pena de niña.
Eso es lo que quiero que digan.
Para que sepan lo malo
que es el amor
y su droga,
para que vean
lo que es estar presa
entre las clavículas
de alguien que te susurra libertad.

Alguien que te atrapa en un susurro
con dedos de pianista,
ondeando banderas
de revoluciones,
pidiendo
utopías.

Estoy llorando.
Y no.
No debería.

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